La salida procesional se vio truncada por las condiciones meteorológicas, pero en calle Agua se respiró pura vida hasta la medianoche
No se antojaba nada fácil desde el principio. Todo apuntaba a un Martes Santo complicado que trató de solucionarse desde el primer momento. Suspiros de pura vida, al comprobar en el calendario que era el día señalado, 15 de abril de 2025, un nuevo Martes Santo junto a Nuestro Padre Jesús del Rescate y María Santísima de Gracia, los que siempre nos dan la vida.
A media mañana, todas las hermandades de la jornada emitimos un comunicado conjunto tratando de salvar al máximo el patrimonio humano y material que debía ponerse en las calles en unas horas. Todos los horarios se decidieron retrasar en una hora para esquivar las lluvias previstas y poder procesionar con la mayor normalidad posible.
Así, la Cofradía anunció su salida prevista a las 18:45hs. Pura vida al entrar en el salón de tronos y comprobar que todo estaba dispuesto, que la Virgen abría sus brazos más que nunca para acogernos en su regazo, que el Señor irradiaba serenidad y confianza a todos sus hermanos.
La fraternidad se puso más que nunca de manifiesto en la misa entre varales que se realizó en el salón de tronos a las 16hs de la tarde. La vidriera se iluminaba, era pura vida la luz que se reflejaba para que los Sagrados Titulares resplandecieran aún más si cabe. Oración, silencio y miradas entre hermanos y hacia el Señor y la Virgen que lo decían todo. Fray Pedro Fernández Alejo O.SS.T., director espiritual de nuestra Hermandad y superior de la Orden Trinitaria en Málaga, ofreció muchas palabras de cariño y afecto hacia todos los hermanos, deseando lo mejor en este Martes Santo y en el camino que aún queda por recorrer tras la salida procesional.
Las túnicas colgadas iban cobrando vida, al igual que las capas que empezaban a revolotear en el interior de la casa de hermandad y comenzaban a inundar de color el patio del Colegio de los Maristas. Vida en cada abrazo, vida en la música que resonaba cada vez más cerca de nuestras queridas formaciones musicales que desfilaban con la mayor de las ilusiones. Vida renovada en cada Martes Santo rezando bajo los capirotes o los varales. Todos fuimos uno, todos fuimos Rescate, a todos nos inundó la Gracia de María.
Durante la formación de los tramos de nazarenos comenzaron a caer unas tímidas primeras gotas que no impidieron aglutinar cada vez más sonrisas inocentes en el corralito, ni los reencuentros anuales con los hermanos de varal antes de iniciar la salida procesional. Nuestro hermano mayor, Daniel Gil, dedicó unas palabras de aliento a todos los hermanos. Era la hora, era el momento, y el Rescate volvía a ponerse en la calle. El corazón se aceleraba, la vida volvía a reiniciarse. La Hermandad volvía a hacer Cofradía en la calle.
Calle Agua recibió con una ovación los primeros sones de la Banda de Cornetas y Tambores de Vera+Cruz de Almogía, los niños hacían repicar sus campanitas, y los nazarenos se mantenían firmes y con los corazones latiendo a un mismo compás: el de calle Agua. Los ciriales estaban ya en la calle, y la vida dio un vuelco, una gran tromba de agua empapó un Martes Santo que merecía salir perfecto. Rápidamente los nazarenos del Señor, formados ya al completo, se dieron la vuelta y volvieron al patio, al igual que la banda y el resto de componentes del cortejo procesional. A excepción de los pequeños que pudieron refugiarse en un portal de la calle Victoria. Gracias infinitas por la solidaridad y por abrir unas puertas que fueron pura vida en los momentos más complicados.
Los enseres fueron recogidos rápidamente en la casa de hermandad, en la Capilla de calle Agua, y en la casa de hermandad de la corporación hermana de la Humildad. Gracias infinitas a la Cofradía victoriana, por su generosidad y su rápida e inmensa ayuda, prestando sus instalaciones para el refugio y secado de enseres, y la solidaridad y apoyo activo mostrado por su hermano mayor, Francisco Cidfuentes. La vida os recompense siempre todo lo que pudisteis aportar en aquellos eternos minutos en la calle Agua. Fuisteis la vida.
La permanente se reunió rápidamente y tomó la decisión de suspender la salida procesional tras la mojada sufrida en todo el cortejo del Señor. Nuestro hermano mayor lo comunicó en el salón de tronos y se procedió a salvaguardar todo el patrimonio humano y material de la cofradía. Nuestra vida, nuestros corazones rojos y morados que no entendían muy bien todo lo que estaba sucediendo precipitadamente. Gracias por vuestro arrope, gracias por ser hermandad, gracias por vuestro respeto, gracias por vuestra inmensísima colaboración. GRACIAS, sin matices y con mayúsculas.
Tras el chaparrón, los niños pudieron volver, y parecía que volvía todo a comenzar de cero. Calle Agua volvió a tronar, en este caso de aplausos y ovaciones a los más pequeños, el presente más puro y vital de nuestra Hermandad. La ilusión no se iba de sus caras, y las campanas no pararon de repiquetear, ese sonido fue la vida y lo puso todo en orden.
Todo ya restablecido, se comunicó que las puertas de la casa de hermandad permanecerían abiertas para la veneración de nuestros Sagrados Titulares hasta la medianoche. Ni un segundo permanecieron solos, recibiendo en todo momento miradas de agradecimiento, de reconciliación y de vida.
Gracias a las formaciones musicales que nos acompañaron y resistieron hasta el final, son los que dictan nuestro compás cada Martes Santo, pero lo cierto es que son ya parte ineludible de nuestra Hermandad. Todo lo que significa el Señor del Rescate y la Virgen de Gracia no se entendería sin ellos. La Agrupación Musical San Lorenzo Mártir interpretó varias marchas procesionales dedicadas a nuestros Sagrados Titulares que hicieron aflorar todos los sentimientos reservados por la inquietud del momento. Esas partituras que cobraron vida por unos minutos fueron el suspiro necesario: por el sentimiento y la entereza mostrada en todo momento, gracias, hermanos.
Esas túnicas que cobraron vida por unos minutos, estaban repartidas por todas las dependencias de la casa de hermandad, se iban secando mientras el pulso se iba ralentizando y volviendo a su ritmo habitual. Había algo que no había cambiado en toda la jornada: María Santísima de Gracia continuaba excelsa bajo su palio gótico con los brazos abiertos acogiéndonos a todos, y Nuestro Padre Jesús del Rescate seguía con su mirada imperturbable, rescatándonos a todos.
Así debía ser, y la casa hermandad fue testigo, más tiempo del previsto inicialmente, de la unión más fraterna, de todo el trabajo bien hecho para llegar hasta aquel Martes Santo, de todo el crecimiento personal y global de cada uno de los hermanos y hermanas y de la Cofradía. La vida continúa, pasó un Martes Santo para la historia de la Hermandad. La luz, que fue lágrimas de vida para la Virgen, no se apagó en ningún momento, y la llama continúa aviándose y cada vez queda menos para el 31 de marzo de 2026. Hasta entonces, vivamos, y hagámoslo alegres, felices, junto a nuestros Sagrados Titulares y junto a nuestros hermanos. Al final es el camino recorrido lo que verdaderamente cuenta, y haremos que valga la pena. Por una vida junto a Ellos, porque Ellos son la vida. Una vez más, GRACIAS, a todos, sin excepción alguna.
Viva Nuestro Padre Jesús del Rescate.
Viva María Santísima de Gracia.
Viva la Cofradía del Rescate.
Equipo de archivo y comunicación de la Cofradía del Rescate
Fotografía de portada y galería: Jesús Palacios